martes, 28 de octubre de 2014

Cómo los medios marcan la agenda pública. La enseñanza de los casos de Ruanda y Bosnia i Herzegovina


Ruanda y Bosnia i Herzegovina son dos Estados diferentes. La diferencia más obvia es que son dos Estados que se localizan en diferentes coordenadas geográficas del mundo. Bosnia i Herzegovina está situada en el centro de los Balcanes. Por su parte, Ruanda está en el centro de África. Posteriormente, las características sociales, económicas, políticas y culturales de ambos países son radicalmente diferentes. Sin embargo, ambos países tienen algo en común. Ambos fueron protagonistas, en la primera mitad de la década de 1990, de sucesos trágicos y doloroso.

(Imagen de Bosanska Krupa después de la Guerra de Bosnia i Herzegovina)

Entre 1992 y 1995, Bosnia i Herzegovina se desangró en lo que fue la tercera guerra del total de cinco que forman las Guerras de Desintegración de la antigua Yugoslavia. En torno a 100.000 personas fallecieron en el conflicto, mientras que 2,2 millones se vieron obligados a abandonar los lugares que habitaban antes del comienzo de la contienda bélica. La Guerra de Bosnia i Herzegovina es un periodo que se ha instalado ya en la memoria colectiva occidental, especialmente a través del Genocidio de Srebrenica, acontecido el 11 de julio de 1995 y en donde las tropas serbio-bosnias ejecutaron a 8.000 Musulmanes de nacionalidad. La “peor matanza de Europa desde la II Guerra Mundial” se suele escribir en los mass media cuando de tratar el tema se trata. Es normal que cada año, todos los medios de comunicación occidentales dediquen espacio al tema cuando el día del aniversario se acerca. Es una forma de recordar a la opinión pública que no se debe permitir suceder actos como aquel nunca más. Especialmente si suceden en suelo occidental y el sujeto de la masacre es un occidental, más allá que de que ese occidental sea de “segunda clase”. Por su parte, Ruanda también sufrió un proceso doloroso. Bueno, la verdad es que desde su independencia en 1962, Ruanda ha estado viviendo un proceso doloroso. Pero lo que nos interesa aquí no es la reflexión sobre cómo el proceso de descolonización estuvo ampliamente marcado por las cicatrices de la colonización occidental, unas cicatrices que aún no están totalmente cerrada. En abril de 1994 se iniciaba en Ruanda el Genocidio Ruandés, donde la mayoría de la población de etnia hutu aniquiló a la minoría de la población de etnia tutsi. Lo cierto es que las diferencias entre unos y otros eran meramente artificiales, habiendo sido marcadas por Bélgica, que tras la I Guerra Mundial era la potencia colonizadora en Ruanda. 800.000 tutsis y hutus moderados fallecieron un un genocidio que, comparado con aquel del III Reich en la II Guerra Mundial, podría decirse fue mucho más brutal y mucho más efectivo. Hitler y sus correligionarios crearon una forma de asesinar altamente tecnológica. Los hutus ruandeses, en cambio, usaban machetes, mazas y otros objetos rudimentarios para perpetuar su genocidio. Un acto brutal en el corazón de África y que en el mundo occidental tuvo una mínima repercusión. En los mass media no existía espacio para la tragedia de los tutsis y hutus moderados de Ruanda. La Guerra de Bosnia, la Guerra de Chechenia, la evolución del mercado común de la UE y otros temas copaban los titulares, páginas y reportajes de los medios de comunicación occidentales. Africa no interesaba y apenas se informó, a pesar de que la tragedia humanitaria que se estaba desarrollando en Ruanda era de proporciones desconocidas desde la Guerra de Vietnam. Eso sin contar con las repercusiones que tendría en el corto plazo en la zona de los Grandes Lagos africanos. 

(Imagen de un superviviente al genocidio de Ruanda)


Los medios occidenales demostraron con su escaso tratamiento del genocidio ruandés de su racismo y su etnocentrismo. Se demostró también cómo los mass media son capaces de marcar aquellos asuntos que deben tener importancia y aquellos que no la deben tener. Incluso los segundos pueden ser más importantes que los primeros. El genocidio de Ruanda también proyecta una gran número de reflexiones sobre el papel de la sociedad civil europea. Mientras que estas organizaciones se rasgaban las vestiduras por la innanición occidental ante el conflicto bosnio, apenas se menciono algo sobre Ruanda. Los negros no interesan, como dijo en una entrevista Joan Carrero. Es difícil no estar de acuerdo con esta reflexión del filósofo y teólogo catalán, más aún cuando se observa y se analiza toda la cobertura mediática ante el caso de ébola en España, en contra de la cobertura mediática que ha recibido la enfermedad en la costa occidental africana que lleva atacando a la población de la zona desde diciembre de 2013.
Sin duda alguna, la presentación de los casos de Bosnia i Herzegovina y de Ruanda será una gran actividad para enseñar a los alumnos a tener una capacidad crítica y sepan como analizar, procesar e interpretar sobre la información que reciben desde diferentes plataformas comunicativas. No se debe olvidar que ver un telediario o leer un periódico de poco servirá si el receptor de la información no tiene capacidad crítica.

Bibliografía:

Veiga, F. (2009). El desiquilibrio como orden. Barcelona: Alianza Editorial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario